Curiosa vida la que ha tenido (y sigue teniendo) el impuesto sobre el Patrimonio en nuestro régimen fiscal. Aparece en 1991, acompañando a una gran reforma del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) y lo hace con el calificativo de ‘extraordinario’. Pero, pese a su aparente transitoriedad, desde luego, vino para quedarse entre nosotros, ya que, excepto el periodo 2008 a 2010, en el que se ve bonificado (ojo, no derogado), su continuidad, de momento, está asegurada.
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Impuesto de patrimonio y Farmacia: Tanto tienes… tanto pagas